Probablemente con este artículo voy a meterme en un jardín del que no se si saldré airoso, pero lo que sí intuyo es que a alguien le puede parecer correcto y a otros les puede servir para confirmar que, a veces, digo cosas “extrañas”.
A partir de ahora, me comprometo a escribir sobre cuestiones menos complejas, más simples y menos extrañas.
¡Ay, si pudiéramos llegar a conocer la verdadera naturaleza de la realidad, tan simple y a la vez tan compleja!
La naturaleza de la realidad
Y aquí no pretendo más que un humilde intento de aproximación personal a algunas de las teorías básicas de la Física Cuántica con sus posibles aplicaciones filosófico-personales. En la práctica sólo se trata de comentar la importancia del pensamiento pero desde una perspectiva algo más científica.
Partamos de la idea de cómo interacciona el observador con su entorno, basándome en la Superposición Cuántica (es lo del gato de Schrödinger) y el Experimento de Young (es lo del fotón que pasa simultáneamente por dos rendijas a la vez).
Según la Interpretación de los Universos Múltiples de Everett, habría un universo alternativo para cada posibilidad cuántica, o sea, existirían simultáneamente un número infinito de mundos igualmente reales. Uf, ahora lo traduzco.
Se sabe que en la realidad cuántica un evento concreto sucede (colapsa) en el momento en que es observado, o sea, uno “elige” continuamente dentro de infinitas posibilidades entre un potencial inmenso de oportunidades. Nosotros vamos configurando en cada instante nuestra realidad, creando (colapsando) cada momento de nuestra vida según nuestros pensamientos, sentimientos y emociones que conforman lo que denominamos nuestro estado de conciencia. Precisamente por eso existe la posibilidad de cambiar nuestra realidad sustancialmente, cambiando pensamientos (y por tanto emociones y sentimientos), conceptos, ideas o hábitos indeseados. La mente es mucho más poderosa de lo que creemos.
Ya desde la antigüedad, prácticamente todas las civilizaciones y maestros espirituales han hecho hincapié en la importancia de nuestros pensamientos y sentimientos, así como de las palabras que pronunciamos. Las palabras que nos decimos y las que decimos a otros tienen un elevado poder que a veces pasamos por alto.
Sin darnos cuenta estamos continuamente limitando la realidad que configuramos (colapsamos). Nuestros principios, ideas y las creencias con las que hemos estado creciendo desde pequeños actúan como un filtro en la consciencia y nos permiten percibir tan sólo aquello que encaje en lo que creemos que es posible y aceptable.
Para “rediseñar” nuestra realidad personal deberíamos cambiar la dirección de nuestras afirmaciones, tanto mental como verbalmente. La repetición de determinadas afirmaciones junto con ejercicios de visualización de las mismas, de sentirlas y de verbalizarlas, nos llevará a percibir nuestra realidad y nuestra vida de un modo diferente y en el mejor de los casos, más positivo. Y los más sorprendente es que este simple cambio personal, produce cambios significativos en muchos aspectos de la misma.
Esta “rediseño” puede producir resultados insólitos, pero perfectamente entendibles teniendo en cuenta que la realidad que experimentamos es reflejo de nuestra consciencia. Es esencial conectar con nuestro poder personal para poder rediseñar nuestra realidad. Esto es importante, porque desde los medios de comunicación (que permanentemente invaden nuestro espacio vital) se intenta controlar nuestro pensamiento, haciendo que nuestra mente esté ocupada con cualquier cosa que no nos permita centrarnos en nuestra conciencia y nos deja poco espacio para la creatividad y el cultivo personal.
Al cambiar nuestra intención mental y verbalmente sobre determinados propósitos, se activan microsucesos energéticos cuánticos, que provocan sutilmente sucesos no lineales e inestables de la realidad a fin de tomar determinada dirección. Hay que tener en cuenta que no existe una sola realidad objetiva y absoluta. Existen muchas realidades alternativas coexistiendo simultáneamente, por lo que no sería tan inimaginable el hecho de pasar a una realidad sustancialmente diferente en poco tiempo, debido a un cambio significativo en nuestra manera de pensar.
Seguro que a ti te ha pasado, que de repente cambia el curso de alguna circunstancia de tu vida, sólo por haber anhelado que ocurriera de manera diferente. Y que parecía imposible que tu anhelo se cumpliera o que hubiera necesitado un tiempo lineal muy largo para que se completara. Es la típica situación que tu mismo te dices “qué suerte he tenido…”, “ha sido como un milagro…”
Está comprobado que, empezando el día con una pequeña meditación, una oración o un pensamiento de armonización estamos realizando un ajuste en la coherencia y esto acaba repercutiendo en nuestra experiencia diaria. Tengamos en cuenta que cualquier pensamiento, emoción o sentimiento repercute simultáneamente en varios niveles multidimensionales. Dependiendo de la carga energética de cada uno de estos pensamientos y emociones estos acabarán manifestándose con mayor o menor celeridad.
Según la Teoría de las Supercuerdas, se sabe que nuestro Universo consta de muchas más dimensiones de las tres en las que nos movemos normalmente (cuatro si consideramos el tiempo como la cuarta dimensión) y que a partir de la quinta ya son invisibles a nuestros ojos. Nuestro sistema solar está experimentando últimamente niveles de vibración más elevados debido al número e intensidad de partículas energéticas que nos llegan desde el centro de la galaxia. Esto podría tener su repercusión en nuestro campo de luz, y probablemente, en nuestra consciencia. Por tanto, allí donde uno enfoca su atención e intención, tal será la realidad manifestada de manera más rápida. Tanto para lo bueno como para lo malo. Por eso, es esencial dirigir nuestro pensamiento hacia valores nobles y transmutar todo aquello que nos produzca miedo, preocupación, culpa, ira, crítica…
Nuestro ser (cuerpo y mente), a través del Campo de Punto Cero (Vacío cuántico o Mar de Dirac) todo está envuelto en un mar de energía e información, por lo que todo está conectado con todo lo demás en un intercambio contínuo de información. Este intercambio se produce entre nuestra consciencia y nuestro entorno, que no es sólo nuestro entorno inmediato, sino todo el planeta, todo el universo conocido y hasta los mismísimos universos multidimensionales no conocidos. A nivel cuántico se trasciende el espacio y el tiempo de nuestras cuatro dimensiones, llegando a impactar en el resto de las dimensiones que puedan existir realmente (10 o más). El hecho se produce instantáneamente extendiendo una red de información que lo alcanza todo.
Como comentaba anteriormente, se está observando últimamente un importante crecimiento de lo que denominamos tormentas siderales, es decir las emisiones energéticas que nos llegan desde el corazón central de la galaxia. El efecto que se está empezando a comprobar es que las intenciones personales, aquello que deseamos o anhelamos, se manifiesta de forma prácticamente instantánea, con mucha más rapidez que antes. Que esto tenga que ver con este incremento de las emisiones energéticas provenientes del corazón central de la galaxia, pues no lo sé, ni idea. Lo importante, sin embargo, es elevar nuestro estado de la conciencia, que no es más que ser “conscientes de nuestra consciencia”. Dicho de forma más sencilla, pensar menos (dejarnos de elucubraciones mentales que pueden llegar a ser tan incoherentes como abstractas o imposibles) y sentir más (una forma más natural de ser nosotros mismos). Porque todos, ser humano, sol, galaxia y cosmos, estamos interconectados por una red sutil de información que todavía no podemos vislumbrar en su magnificencia.
Para poder adaptarse con éxito a estas nuevas energías entrantes, nuestra propia energía ha de ser fluida y flexible y, tal como he comentado antes, deberíamos replantear nuestras propias creencias, a fin de dar paso a ideas nuevas, genuinas y naturales que nos puedan conducir a un estado de paz interior.
Yo no soy de dar consejos, pero por poner actividades y actitudes que pueden ayudar, mencionaré algunas y cada cual que elija a su gusto. Entre otras, podría destacar la de tener tiempo y espacio para escucharnos, intentar vivir el presente al máximo, hacer las cosas poniendo atención y conciencia en cada actividad y en cualquier momento. No importa si es caminando por la calle, realizando nuestro trabajo, cocinando o tomando el sol… También es fundamental estar alineado con nuestros propósitos.
Debemos de ser conscientes que el momento es ahora: crear la realidad que quiero desde este preciso momento. Al fin y al cabo, somos magos.
Probadlo y ya me diréis.