La definición clásica de sincronicidad es:
aquella experiencia de dos o más eventos que están transcurriendo aparentemente sin relación causal, siendo algo significativo sólo para el sujeto que lo experimenta
Carl Gustav Jung
Fue uno de los investigadores que estudió en profundidad las sincronicidades y fue quien acuñó este término que hoy nos es tan familiar para describir estos episodios sin causa aparente.
Es muy famosa la anécdota relatada por el mismo Jung y en la que un escarabajo caminaba por la ventana, mientras su paciente le contaba un sueño con un escarabajo. Esto lo llevó a definir una teoría de alineación o de interconexión entre las fuerzas universales y las experiencias existenciales de ciertos individuos.
La Física también se ha interesado por el estudio de la sincronicidad. El propio Albert Einstein dijo en una ocasión:
sincronicidad es la manera que tiene Dios de permanecer en el anonimato
Otros científicos como los físicos Wolfgang Pauli y David Bohm proponen que existe un orden implicado y orden explicado fuera de nuestro espacio-tiempo. Ambos científicos han contribuido a comprender cómo la conciencia ¨despierta¨ establece un puente o conexión hacia una experiencia trascendente que la ciencia está comenzando a comprender y valorar.
Desde un punto de vista espiritual podemos comprender las ¨sincronicidades¨ ya que es donde se articula un puente desde nuestro microcosmos hasta el macrocosmos. Hoy sabemos desde la Psicología y la Física Cuántica que el individuo que experimenta la ¨sincronicidad¨ se encuentra en un estado de conciencia acrecentada y a medida que aprende a dirigir su enfoque y atención se hacen más frecuentes las respuestas en forma de sincronicidades. Curiosamente son personas que ya han comenzado a reconocer su propósito y saborean cada vez más frecuentemente, momentos intensos de presente extendido donde se está más receptivo a recibir estos ¨mensajes¨ o guiños del Universo, como parte de un lenguaje de Común-unión.
Todos hemos oído alguna vez el axioma hermético conocido en el antiguo Egipto como Principio de Correspondencia que enuncia la verdad de «cómo arriba es abajo, abajo es arriba». Nos da una clara señal de que estamos conectados con el Todo, el Campo Unificado o aquel orden implicado más allá de la realidad proyectada que muchos llaman la matrix. Así, muchos intuimos que existe una realidad subjetiva que se muestra a trasluz en determinados estados de conciencia, que en la mayoría de las ocasiones aceptamos como casualidades sin sentido.
La interrelación entre lo de arriba con lo de abajo, es un punto de convergencia en nuestro tiempo-espacio que nos invita ser conscientes de nuestro recorrido y dirigir la atención hacia nuestro interior. Nos permite acceder a una nueva conexión con el universo, en una nueva frecuencia de tiempo reconocida por distintas culturas como el tiempo espiral.
Las coincidencias ocurren cuando estamos receptivos. Esto requiere un nivel de enfoque y de atención al momento presente, con plena atención. De esta manera las sincronicidades aparecerán en nuestras vidas, nos damos cuenta de que ocurren.
Todos tenemos la facultad de co-crear. El co-creador es quien logra alinearse con el “flujo” de la Conciencia Cósmica, de esta manera se logra fluir con el universo alcanzando momentos de profunda inspiración, palabra que significa en espíritu y que nos permite reconocer el lenguaje del universo mediante las corazonadas.
Como no podía ser de otra manera, la magia de la sincronicidad se acciona desde la caja de resonancia del co-creador, es decir desde el corazón, no la mente. Para ello será necesario comenzar a recordar. Esta palabra viene de re-cordis, que literalmente significa pasar por el corazón, logrando así leer así las señales que nos brinda el universo en una interacción establecida entre un ser en conciencia expandida y la conciencia cósmica fluyendo en la misma dirección. Esto nos permitirá reconocer la dirección tomada en nuestro camino en espiral.
Resumiendo, una corazonada no es coincidencia, no es casualidad.
Escucha y recuerda (recordis) las señales que sólo tú sabes interpretar porque son sólo para ti.
Y en ese estado, haz lo que sientes y siente lo que haces. Quizá no te entiendan, pero tú te sentirás en paz contigo mismo y sin perjudicar a nadie. Escucha a tu corazón y ponlo en alineación con tu mente. Si lo consigues, entonces es cuando podrás dejarte llevar por tu instinto. En otras palabras, cambiemos el orden establecido:
Pasa de: mente – cuerpo – alma
a: alma – mente – cuerpo
Escúchate y pruébalo, es gratis.