Quién no ha oído esta frase alguna vez. Curiosamente el amor es algo que la mayoría de nosotros buscamos, queremos conocer, sentir, vivir, y todavía en pleno siglo XXI no tiene una definición científica que nos lo explique. Cada uno puede entenderlo y definirlo a su manera. Pero vamos a lanzar algunas ideas, por si sirven para que cada uno se haga su composición.
Amar es respetar y aceptar al otro tal como es y compartir su felicidad. Las emociones, los sentimientos, la atracción, la satisfacción de querer a otro no son amor.
El amor nace de la comprensión y no se puede forzar. No podemos amar desde nuestros sentimientos ni nuestras creencias, sólo podemos hacerlo desde la comprensión, la aceptación y el respeto. Si esperamos que el amor que alguien siente por nosotros nos dé la felicidad estaremos muy equivocados. Nadie puede hacernos felices o infelices, pero sí podemos ser felices con la felicidad del otro.
El amor es energía
El amor es energía en su estado más puro.
La energía forma todas las células, y las células de nuestro cuerpo son inteligentes y actúan de forma independiente del cerebro. Hay “algo” que permite a cada célula saber cuál es su misión. Ese algo es energía inteligente que lo es todo, es la fuerza creadora.
El propósito de esa energía es crear la vida y llevarla a la sabiduría, y la sabiduría es estar en armonía con la energía, crecer, expandirse. Y se crece dando, no recibiendo. Vivir desde el desamor, en desarmonía, es ir en contra de la energía y la causa de todo sufrimiento.
¿Y qué nos puede ayudar a entender esto un poco mejor?
Pues como tantas cosas, lo tenemos al alcance de la mano y ante nuestros ojos. Es la Naturaleza, esa gran maestra de la que podemos aprenderlo todo: la armonía, el equilibrio, la fuerza, la calma, el orden…
Desde la comprensión de que la energía es inteligente y tiene un sentido de perfección ampliamos nuestra percepción de la realidad y eso es lo que nos hace evolucionar. No es más que elevar las percepciones, comprender más y reaccionar menos. El amor es esa energía en estado puro que ofrece las condiciones más adecuadas a nuestras células, y no es, como decía al principio, un instinto ni una emoción ni un sentimiento, es un estado. Y si conseguimos vivir desde ese estado, nuestras células lo van a agradecer, incluso las de los que están a nuestro alrededor porque somos un todo y nuestra energía influye en los demás.
¿Y cómo podemos practicar esto?
Pues es muy fácil de decir y bastante más complicado de hacer ya que requiere de mucho entrenamiento y constancia.
Pero básicamente consiste en que no te enfades. El enfado es una energía de baja vibración y nos enferma. No hay que pelear, hay que amar.
Acabo citando al gran doctor en biología celular y neuroanatomía chileno Juan Echegaray:
La única manera de que no te hagan daño es comprendiendo. No importa lo que haga o diga el otro, compréndelo. Si dejas que las ideas ajenas te dañen, te estás dañando; comprende, no pongas esa energía dentro de ti, no la integres como dolor, transfórmala.
JUAN ECHEGARAY
Y concluyo: las creencias son las diferentes interpretaciones individuales o colectivas de lo mismo.
Reflexionemos…