Asertividad es una palabra que expresa cualidad o habilidad, la de ser “asertivo”. Asertivo proviene de “aserto” que es la “afirmación de la certeza de algo” y que deriva del latín assertus. Podríamos decir que se trata del modo en que afirmamos nuestra propia personalidad, confianza en uno mismo o autoestima.
Pero vamos a lo que nos interesa.
¿Qué es realmente la comunicación asertiva?
La asertividad no es simplemente decir lo que piensas. Significa comprender tus necesidades, hacerte responsable de tus emociones y en última instancia conectar con los demás.
Durante siglos la sociedad nos ha estado enseñando una forma de comunicarnos que provoca conflictos y malestar, a esconder nuestros sentimientos y a fingir delante de los demás.
¡Pero esto exige un cambio radical en tu forma de pensar y expresarte!
Si te centras en comprender tus necesidades y en las de los demás, y no en ganar las discusiones, tu forma de relacionarte cambiará totalmente. Porque en el fondo nuestras necesidades como seres humanos son muy parecidas, y eso te permitirá crear vínculos emocionales.
La comunicación asertiva no solo te ayudará a defender lo que crees justo para ti. También es capaz de mejorar la calidad de todas tus relaciones.
Las cuatro fases para mejorar tus relaciones personales
Vamos a ver si le encontramos el truco para comunicarnos asertivamente. Pero antes una advertencia: comunicarse de forma asertiva no tiene como objetivo convencer a los demás o imponer tus deseos. El propósito es lograr que comprendan plenamente tus necesidades y emociones.
La verdadera comunicación asertiva, la que es capaz de acercar posturas y te permite expresarte con la certeza de que no vas a herir a nadie, consta de las siguientes fases:
Primera fase:
Observa y comunica los hechos sin juzgar separando tus observaciones de tus evaluaciones. Si no lo haces así parecerá que estás emitiendo un juicio sobre lo que es bueno o malo, y van a dejar de escucharte desde el primer momento y se pondrán a la defensiva de inmediato.
Convierte tus interpretaciones en simples observaciones. Te ayudará a responsabilizarte de tus reacciones tomando tus necesidades como el origen de tus sentimientos en lugar de culpabilizar a los demás. Como dijo Krishnamurti, observar sin juzgar es la forma más elevada de inteligencia humana.
Segunda fase:
Observa, identifica y expresa tus sentimientos. Esto es muy importante porque tus sentimientos configuran una realidad «individual» que no admite discusión. La información que captas de la realidad puede ser incorrecta y lo que piensas sobre ella puede ser erróneo. Lo que seguro que es cierto es lo que eso te hace sentir, con razón o sin ella pero es que esa es tu verdad individual, la que sientes.
Los actos de las personas nos provocan emociones y sentimientos y sólo comunicando los conseguiremos expresar nuestra realidad más interna. Porque, aunque sean negativas, se ha demostrado científicamente que es una de las formas más eficaces de generar empatía, la base de la asertividad. El problema es que no estamos acostumbrados a identificar nuestros sentimientos. Es más fácil centramos en juzgar lo que hacen mal los otros.
La clave consiste en comunicar tus sensaciones internas en lugar de explicar tus pensamientos sobre los actos de los demás. Evita dar a entender que hay algo incorrecto en el otro. Solo así conseguirás que empaticen contigo y empiecen a respetar tus necesidades.
Tercera fase:
Busca y localiza tu necesidad no satisfecha. Tus sentimientos no aparecen por arte de magia. Tampoco los provocan los actos de los demás. Simplemente los crean tus necesidades. Te sientes bien cuando tus necesidades están satisfechas, y mal cuando no lo están.
Las necesidades representan nuestra parte más profunda como ser humano, por eso todos compartimos las mismas. Tenemos las necesidades vitales primarias (comer, dormir). También tenemos las secundarias (seguridad, identidad, aprecio, libertad, comprensión) a las que cada uno les dará más o menos importancia según la situación y momento en que esté. De las necesidades terciarias hablaremos en otro capítulo.
Pero todo el mundo comparte básicamente las mismas necesidades. Todos necesitamos sentirnos apreciados, seguros o comprendidos. Por eso es más fácil conectar con la gente cuando las expresas, porque saben a lo que te refieres.
[… esto nos lleva a otra de las claves principales de las relaciones humanas. Cuando no entiendas los motivos de alguien para hacer o decir algo, para enfadarse o deprimirse, pregúntate qué necesidad no cubierta puede haber detrás de esa manera de actuar].
Pero mostrar mis necesidades me hará vulnerable diría alguno. Pues en realidad es todo lo contrario. Te ayuda a empatizar con los demás porque estarás hablando en un lenguaje universal, y eso provoca que te entiendan e incluso que puedan sentirse identificados con esa misma necesidad.
Nuestras necesidades son el motor de nuestro comportamiento. Y las críticas que todos emitimos son en realidad el reflejo de alguna necesidad no satisfecha. Esta es la fase más difícil de la comunicación asertiva porque no nos han educado para identificar y expresar nuestras necesidades, sino para juzgar a los demás cuando no las respetan.
Pero es necesaria para realizar correctamente la cuarta y última fase. Vamos a verla.
Cuarta fase:
Consiste en expresar claramente lo que quieres o esperas de los demás, haciendo nuestras peticiones de forma activa y concreta. Si lo haces así, lo que ocurre normalmente es que al haber expuesto previamente tu necesidad no cubierta, habrás creado una conexión empática y la persona o personas en cuestión estarán más conectados contigo y más dispuestos a decirte que sí. Por tanto, céntrate en lo que quieres y sé lo más específico posible. Por último, cuando hagas una petición, asegúrate de que en ningún momento se convierte en una exigencia. De lo contrario no estarás empatizando con la otra persona, sino demostrándole que antepones tus necesidades a las suyas.
Cuando alguien intuye que no vas a reaccionar mal te responda lo que te responda, le generas confianza, se siente más libre y la probabilidad de que su respuesta sea conciliadora y colaborativa se incrementa. Es también importante realizar las peticiones en forma de pregunta, porque así demostrarás que respetas las necesidades del otro. Preguntar es más convincente que pedir.
¿Y qué pasa si después de seguir meticulosamente las cuatro fases me encuentro con un NO?
Bueno, probablemente significa que tu petición supone un sacrificio demasiado grande para las necesidades de la otra persona. No pasa nada, a seguir dialogando para encontrar nuevas posibilidades que os permitan satisfacer las necesidades de ambos.
El alma de la comunicación asertiva es la empatía, tu habilidad de conectar con tus propias necesidades y las de los demás para encontrar puntos de colaboración. Y eso es tremendamente reconfortante porque te permite atreverte a hacer peticiones que antes evitabas por miedo a obtener un NO por respuesta.
La comunicación asertiva aumenta tu autoestima al comprender mejor tus sentimientos, tus necesidades y tu derecho a defender lo que es «cierto» para ti.
No sólo eso, es una nueva manera de relacionarte con las personas que te rodean. Empieza a practicarla y comprobarás su poder para conectar personas.
Y tampoco nos volvamos obsesivos, si un día no estás muy asertivo, bueno pues no pasa nada. Lo importante es darse cuenta de cuando eso ocurre y entrenar para que poco a poco la asertividad se convierta en la forma natural de nuestra manera de comunicarnos.
Si te interesa profundizar más sobre este tema, lo comentamos y podemos trabajarlo. El entrenamiento de la comunicación asertiva puede ser incluso divertida.
¿Te apetece?