El pensamiento es uno de los instrumentos más poderosos que tenemos, pero mal gestionado se convierte en un arma peligrosa por tanto, manejarlo adecuadamente es de vital importancia.
¿Por qué y para qué pensamos?
La maestría es el uso consciente y voluntario del pensamiento.
Está compuesto por:
Nuestro nivel de comprensión. Por ejemplo, 2+2=4 todos estamos de acuerdo, no hay más interpretaciones posibles, o está comprendido, o no lo está.
Nuestras creencias, que seguramente serán diferentes de las de los demás, y que conforman nuestra personalidad, fruto de nuestros instintos, emociones, sentimientos y afectos, etc.
Todos pensamos pero pocas personas saben pensar bien. Más del 90% de nuestros pensamiento no son propios, y son procesos automáticos, automáticos como la propia respiración, o la digestión, o el pestañeo de los ojos.
El reto consiste en que nuestro pensamiento llegue a ser un acto voluntario y dirigido, y que no sean nuestros pensamientos los que nos dirijan a nosotros. Nosotros no somos nuestros pensamientos.
Pero esto requiere un entrenamiento e intención. Si dejamos el pensamiento en modo automático, es fácil que caigamos en creencias falsas, ya que ante determinados pensamientos a veces absurdos, por el hecho de haberlos pensado nosotros, los defendemos como si fueran dogmas. Y habitualmente este tipo de pensamientos suelen ser negativos y desagradables: odio, rabia, culpa, miedo…
¿Cómo son nuestros pensamientos? Si podemos sentirnos en paz, si podemos tener momentos felices, de amor y buenas relaciones es muy posible que no nos dejemos arrastrar todo el tiempo por pensamientos automáticos y lo estemos haciendo correctamente.
Si no conseguimos salir de ese estado sórdido, de negatividad y sensación de angustia, todavía estamos haciéndole caso a los pensamientos automáticos de generación espontánea.
Si nos proponemos algo y no lo conseguimos, probablemente estemos utilizando información falsa. Solemos oponer resistencia a reestructurar la mente y esta rigidez psíquica es un serio problema.
Pero, para qué sirve pensar?
Pues depende de cómo lo utilicemos, por algo somos libres. Podemos usarlo positiva o negativamente.
Usarlo en negativo puede enfermar la mente porque interpretamos desde la ignorancia, generando acciones negativas, deteriorando la armonía y cosechando fracasos en lugar de éxitos. El atenuante es que normalmente no pensamos de forma negativa voluntariamente porque nadie quiere sufrir por capricho, pero no sabemos evitarlo, por ello aprender a manejar el pensamiento nos aportará armonía, salud y bienestar
¡Ánimo! Todavía nos queda mucho trabajo por hacer, pero el esfuerzo del entrenamiento constante valdrá la pena. Más paz, más serenidad y mayor bienestar, eso es lo que te espera.
Hay muchas técnicas que pueden ayudar a que pensemos un poco mejor. Cada uno debe utilizar la más adecuada según su personalidad, pero por citar algunas que me consta han dado algunos resultados, tenemos la autosugestión, la relajación, los mantras, la meditación, la cromoterapia y, la más de moda, el mindfulness.
Usa tu pensamiento para valorar lo que tienes y tendrás éxito, y para acabar me permito citar un par de enseñanzas de dos de mis grandes maestros y amigos. Uno expone que cuando los textos sagrados dicen que estamos hechos a imagen y semejanza del creador, lo es por tres capacidades que nos otorgó: la de amar, la de crear y la libertad.
Y otro maestro postula que tenemos la condición básica de los creadores: la capacidad de pensar, de percibir, de traer información y de aplicar esta información a la materia (crear).
Moraleja: Piensa mal y……. ¡errarás!