Que todos tenemos un cuerpo no lo vamos a discutir. Sí podemos discutir si lo cuidamos como deberíamos. Que todos tenemos mente tampoco lo discutiremos. Otra cosa es si todos la cuidamos y la usamos correctamente. Pero hablar de si tenemos algo más, llamémosle alma, conciencia, espíritu o como queramos, es entrar en terrenos pantanosos. La ciencia aún no ha demostrado la existencia de un espíritu como tal y por tanto, nos movemos en el terreno de las creencias.
Vamos en cualquier caso a intentar dar una visión de ello desde el punto de vista de la Psicología Humanista, también llamada tercera fuerza frente al psicoanálisis y el conductismo.
El espíritu según Lowen
Lowen define el espíritu como la energía o fuerza vital de un organismo manifestado a través de la expresión de la personalidad del individuo. La «cantidad» de espíritu que tiene una persona se determina por lo viva y animada que es, es decir, por la energía que tiene. Entonces, la relación energía – espíritu es inmediata.
Nuestra espiritualidad procede de una sensación de conexión con una fuerza y orden superior a nosotros. Entonces, si somos seres espirituales, hemos de aceptar que la salud está relacionada con la espiritualidad, es decir, con la energía vital. La salud de una persona depende del equilibrio entre la mente, el cuerpo y el espíritu, entendido como fuerza vital del organismo.
Hasta aquí lo que comenta la Psicología conductista que desde mi punto de vista se limita a definir el espíritu como la energía vital de la persona, tal vez conectado a algo de orden superior, pero ahí se queda. Iremos mucho más allá sobre este tema desde la teoría de la Física Cuántica y la Neurobiología en el artículo Ciencia vs Espiritualidad.