¿Qué os parece si hoy vemos, aunque sea brevemente, paralelismos, semejanzas y discrepancias entre algunas religiones y que cada cual saque sus propias conclusiones si le apetece?
El ser humano siempre se ha planteado preguntas: ¿por qué existo yo? ¿por qué existe el mundo? ¿qué leyes lo mueven? ¿seguiré existiendo después de morir? …
Las creencias religiosas pretenden dar un tipo de respuestas: sentido de la trascendencia a través de mitos, leyes, ritos, organización, normas morales, etc. Cada religión supone una visión de la vida que surgió en un lugar y una época determinada. Las religiones han evolucionado, como la medicina, la física, la química o la astronomía, y han tenido un papel importante en el desarrollo de las culturas respectivas.
La palabra religión procede de religïo
La palabra religión procede de “religïo” (religiōnis, que a su vez procede del verbo religāre), que se podría interpretar como la reunión del creador con lo creado, por tanto, para muchos el sentido de la vida consiste en la búsqueda del creador para reunirse con él. Y ahí empieza el lío, porque para buscar algo lo primero que hay que hacer es saber si existe, entonces…
¿Existe el creador? Ufff, sinceramente no lo sé, pero me saldré por la tangente con una posibilidad cuántica.
Desde el punto de vista de la existencia, existe y no existe en función de si se ha manifestado o no. La vida que conocemos, nuestra vida, está manifestada en forma de materia. Y esa materia la tiene que haberla creado algo/alguien que no tiene porque ser materia (esencia), entonces sí que existe. Dicho de otro modo, el creador no existe, es… no pertenece sólo a la existencia, sí a la esencia (que lo engloba todo).
Pero volvamos a las religiones y sus semejanzas. Hay tres pilares fundamentales en los que todas coinciden:
- Fe en algo trascendente: “lo siempre permanente” (budismo), el Espíritu Supremo o Atmán (dualismo hindú), la realidad única y eterna (monismo hindú), el Dios personal de las religiones monoteístas (judaísmo, cristianismo, islam y la fe bahá’í).
- Fe en la realidad espiritual del ser humano que de alguna forma vive más allá de la muerte del cuerpo material: sucesivas reencarnaciones en el hinduismo, budismo y jainismo; resurrección en un cuerpo (no tan material como el actual) en el zoroastrismo, judaísmo, cristianismo e islam; progreso espiritual del alma en la Fe bahá’í.
- Leyes morales, sociales y rituales: la oración, el ayuno, las abluciones, etc. Las formas de oración, meditación y ritos varían en las diversas tradiciones pero se asemejan.
Veamos ahora sólo algunos ejemplos (serían incontables) de similitudes entre religiones:
Krishna (1400 a.c.), un mito de la religión en India: se transfiguró delante de sus discípulos, murió crucificado entre dos ladrones y atravesado con una lanza. Resucitó a los tres días y fue visto por mucha gente durante 40 días y luego ascendió al cielo. A Krishna se le llama el “Buen Pastor” y “Señor de señores”, y fue considerado el Redentor, el Primogénito, el Libertador, la Palabra Universal.
Es la segunda persona de la Trinidad y se le proclamó la “Resurrección” y “el Camino al Padre”. Fue considerado el “Principio, el Medio y el Fin,” (el Alfa y el Omega), así como ser omnisciente, omnipresente y omnipotente. Sus discípulos le dieron el título de “Jezeus”, que significa “ser el puro”.
Pero en la religión egipcia encontramos una curiosa y nueva analogía más antigua que el cristianismo: “Isis, la virgen reina de los Cielos, quedaba embarazada en el mes de Marzo y daba a luz a su hijo Horus a finales de Diciembre.
El dios Horus, hijo de Osiris e Isis era recibido como la sustancia de su padre, Osiris, de quien era una encarnación. Concebido milagrosamente por Isis cuando el dios Osiris, su esposo, ya había sido muerto, a los pocos días de su nacimiento fue visitado por cuatro extraños reyes, los cuales representaban cada uno los cuatro pilares externos sobre los que se sustentaba el cuerpo celeste de la diosa Nut. Cada uno traía ofrendas para regalar al recién nacido”.
A los 12 años, Horus deja atónitos con su elocuencia a los escribas de la “Casa de la Vida” del templo de Ptah, que lo consideran como niño prodigio”. Cuenta, asimismo, la leyenda egipcia que Horus hizo revivir una momia, se trataba de una alegoría “sobre el movimiento del sol a través de una constelación conocida con el nombre de La Momia”… El jeroglífico del nombre de Horus estaba compuesto por la palabra “KRST”, que podría ser leído como “Cristo” y que era denominado así mismo como el “ungido”.
Durante el solsticio de invierno el dios Horus se convierte y toma la forma de niño recién nacido que está en un pesebre con el cabello dorado, un dedo en la boca y el disco solar sobre su cabeza.
Resumiendo, te diría que en muchas de esas tradiciones anteriores al cristianismo se habla de un hombre que es crucificado y que resucita, que hace milagros y tiene doce discípulos y todo ello estaría basado en los movimientos del sol a través del cielo, un desarrollo astro teológico que puede encontrarse a lo largo del planeta porque pueden observarse el sol y las doce constelaciones del zodiaco alrededor del globo.
En otros términos, tanto Jesucristo como todos los otros personajes mesiánicos son personificaciones del sol, y la fábula del Evangelio es meramente una refundición de una fórmula mitológica. Por ejemplo, muchos de los buenos hombres crucificados del mundo tienen su cumpleaños tradicional el 25 de diciembre. Esto es porque los ancianos conocían que desde una perspectiva de geocéntrica, el sol hace su descenso anual hasta el 21 o 22 de diciembre, el solsticio invernal, cuando detiene el movimiento hacia el sur durante tres días y entonces empieza a moverse hacia el norte de nuevo.
Durante ese período de tiempo de tres días, sentenciaban que el sol, ese Dios, “había muerto” durante tres días y renacía “de nuevo” el 25 de diciembre. Así pues, muchas culturas diferentes celebraban el nacimiento del Dios-Sol el 25 de diciembre y, en algunas áreas, el calendario empezaba originalmente en la constelación de Virgo, y el sol nacería, por tanto, de una Virgen. El sol lleva una corona, “la corona de espinas” o halo. El sol “camina en el agua.”…y podríamos seguir”.
Tanto las historias hebreas como las aztecas, cuentan la historia de cómo su pueblo tuvo que pasar por un largo peregrinaje para llegar a un lugar específico que la divinidad les había prometido: La Tierra Prometida.
Muchas religiones y filosofías hablan de un punto en la Tierra conocido como Axis Mundi, el centro del mundo, el ombligo del cosmos. Se trata de un lugar sagrado que sirve como puente entre el Cielo y la Tierra. A veces es una montaña o un árbol, en otras ocasiones una escalera, una torre o hasta una columna de humo. Para los budistas es el Árbol Bodhi. Para los hinduistas, el Monte Meru. Para los griegos el Monte Olimpo. Para los judeocristianos, el Jardín del Edén o el Templo de Jerusalén. Para la mitología nórdica, el árbol Yggdrasil. Para los incas era Cuzco. Y hay muchos, muchos más.
Horus, dios egipcio, Mitra, dios persa y Jesús, de la tradición cristiana, nacieron de una mujer virgen. Tampoco el dios Huitzilopochltli tuvo padre ya que fue concebido cuando su madre, Coatlicue, se encontró y guardó en su seno un montoncito de plumas.
Muchas religiones tienen historias donde un ser divino se sacrifica para el bien de la humanidad. Cantidad de religiones hablan de un diluvio universal del que sólo unos cuantos sobrevivieron. Algunos textos que lo mencionan son la Épica de Gilgamesh, el Génesis, la Lista Real de Sumeria, los Puranas de La India, el Timeo de Platón… o tradiciones orales de culturas tan distantes como los Hopi, indígenas norteamericanos, los Mapuches de sudamérica y los Masai y los Yoruba de África.
Prácticamente todas las religiones creen que, de una manera u otra, hay vida después de la vida. Esto implica la creencia en un alma que es independiente del cuerpo físico y que, al morir, se irá a un lugar de premio o castigo, o encarnará de nuevo. Los cristianos tienen muy explicado el proceso que sigue el alma en el más allá: purgatorio, cielo e infierno. Para el Islam, al morir, la persona se queda en reposo hasta el día del juicio final. Para el judaísmo, es algo de lo que no se habla mucho. En cambio, la filosofía Taoísta dice que al morir, se alcanza el increíble estado de “no ser”.
Y ¿cómo afrontan las religiones la enfermedad y la muerte? El cristianismo, en el amor, la caridad y la misericordia. El budismo, en la sabiduría y el conocimiento. Las religiones chinas como el confucionismo y el taoísmo, en la naturaleza, la espontaneidad y la comunión orgánica con el universo… Todas las religiones lo abarcan todo, pero lo subrayan de distinto modo.
Muchos de los conflictos que hay entre los seres humanos se deben a que tenemos diferentes creencias. Tendemos a concentrarnos en lo que nos irrita por diferente, ignorando en lo que nos hace similares. Por eso, y sin afirmar que las creencias sean ciertas o no, nos fastidia aceptar que en el fondo todos somos iguales hasta en la manía de creernos diferentes.
Siempre digo que lo ideal es saber y comprender, porque entonces ya no necesitas creer pero, mientras haya cosas que no comprendamos (y hay muchas), es mejor creer en algo que te haga sentir más en paz, que no creer en nada.
El problema es que no estoy seguro de si las religiones han creado más conflictos que respuestas. ¡Cuanta barbarie en nombre del dios de turno!.
Lo más triste es que normalmente las religiones son excluyentes entre ellas pues cada una defiende que lo suyo es «verdad revelada» y lo que dicen las otras son supercherías. Y aún más triste es que, como hemos visto, en el fondo todas vienen a decir lo mismo.
Y claro, cuando pasan cosas y los hombres cometemos atrocidades, lo fácil es echar la culpa al creador… ¡Cómo Dios permite esto!……Pues eso
Mejor que dejemos de hacer cosas en nombre de Dios y empecemos a hacer cosas por el amor de Dios
Josep maria reixach